Me extraña, araña…

 

 

 

Arañas lloviendo, envolviéndome en babas del diablo; invitándome a vomitar, a pegarme en cada parte del cuerpo que perciba sus patas. Arañas dejando telas cruzadas por todos lados, adueñándose de lo inhabitado o de lo inmóvil. Arañas huyendo, apuradas por conectar sus redes fatales. Arañas pequeñas y veloces buscando una salida en la inmensidad del aire, y las medianas, no tan rápidas, tratando de defenderse o poniéndose en guardia.

 

 

No te soporto, araña. Ni a vos ni a tu estúpida paciencia tejida con dolores ajenos.

No tolero tu mirada devoradora de bondadosas moscas molestas. Me asquean tus ojos diminutos y miserables, afanados en sembrar tu terror.

Me desagradan mucho tus patas de búsqueda al tanteo de víctimas desprevenidas, patas finas que se vanaglorian de su superioridad numérica; patas horribles y desproporcionadas que te arrancaría para ver hasta donde llega tu valentía de carcelera vil.

Me enferma tu calma violenta contra mártires bichos bolita pacíficos y grises, y tu figura de estatua del espanto tan conocida como dañina.

Me repugna tu mandíbula hambrienta de cadáveres del cansancio en su lucha por la liberación. No me importa si tenés pelos revulsivos y sudorosos de europea new age, o si estás depilada como una modelo porno; sos la vergüenza estética de tu especie.

Me espanta verte bajar en tu liana brillosa y resistente, aprovechándote del viento para expandir tu dominio de alucinógenos cables de la muerte. No voy a tolerar que los relatores de fútbol te traigan a la memoria de la gente cuando algún diez habilidoso logra que la pelota entre al arco cerca de uno de sus vértices superiores.

Me da nauseas tu angurria de falsa carnívora, tu ingeniería imperfecta de emboscadas, tu cuerpo complejo y acomplejado de culona deforme. Me fastidia tu andar octópodo y paranoico, tu ritual de cosecha de mosquitos distraídos, tu desaforada voluntad de acopio.

Vos siempre tan previsora, tan obsesa observadora de tu realidad circundante de insectos inertes. Siempre tan quieta, ahí, como tantos bichos que despedazaste para comer solo su parte más nutritiva; disfrutando de su desesperación por zafarse, viendo tu reflejo delirante en los múltiples ojos verdosos de moscas gordas y miedosas.

Me extraña. araña. Deberías haber sabido que tu muerte también te rondaba, que mi zapatilla te había fijado en su mira, que no la ibas a engañar haciéndote un ovillo de araña cobarde.

Deberías haber sabido que nunca creí en tu disimulo, en tu voluntad de burlar a la muerte fingiéndote sin vida.

Deberías haber visto la llama de mi encendedor a punto de purificarte…..

~ por Alejo Salem en enero 15, 2011.

4 respuestas to “Me extraña, araña…”

  1. Como leí de tirón todo el blog, ya puedo decirte que esta primera entrada es la que más me ha gustado. Es posible que sea por ser la primera que leyera, no lo sé. Pero me impactó de una forma tremenda. Era leer poesía. Sí, no es prosa lo que esccibes aquí, es poesía. Con la primera frase ya lo supe.

  2. debo reconocer que fue un placer volver a leerlo, podría confesar que lo extrañaba inconscientmente…

  3. Siberia: Gracias. Si, puede que tengas razón. De cualquier manera, si no hay alguien que lea, esto no es nada de nada.

    Rocío: creo que sos la desconocida que conozco hace más tiempo… Es un placer que estés de vuelta.

  4. alejo, qué-bueno-ésto, tiene mucha fuerza y es deliciosa la descripción de la maldad personificada (animalejada, digamos), lo voy a compartir por todos lados, abrazo!

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